Así pues, entre los servicios que deben acometer este tipo de empresas en Valencia o cualquier otra provincia, se encuentra la inspección de tuberías, cañerías y desagües para localizar atascos y obstrucciones, que pueden estar provocadas por una mala instalación de los fontaneros, un problema de raíces de las plantas del exterior o un mal uso de la instalación por parte del cliente.
Para acometer su tarea, la empresa debe contar con equipos propios, incluyendo camiones, y proporcionar servicios de desatascos urgentes tanto en el hogar como en la oficina, un local comercial o una comunidad de propietarios, entre otros.
Las malas prácticas
Es cierto que muchos problemas de atascos vienen determinados por malas prácticas que acaban afectando a la instalación. Ser conscientes de qué acciones pueden deteriorarla ayuda a evitarlas, así que es un buen comienzo.
Hay cosas que están claras, pero que conviene recordar, como no tirar los alimentos al fregadero. Los desechos orgánicos deben ir a la basura orgánica, y para aceites y grasas también hay contenedores especiales, puntos de recogida específico que hay que utilizar. Ya no solo por cómo pueden deteriorar a la infraestructura, sino por el impacto ambiental que pueden generar. También son muy perjudiciales para la instalación productos químicos, como los disolventes.
El uso continuado no tiene por qué conllevar malas prácticas, pero se puede convertir en desacertado si no hay un mantenimiento mínimo. Los desagües del baño, por ejemplo, tienen acumular pelo y productos como el jabón y el champú, por lo que conviene proceder a su retirada con frecuencia.
Dentro del baño, el inodoro también suele ser un foco de conflicto. Parece muy claro que no se debe tirar más que papel higiénico, lo que excluye otros desechos como las compresas o los pañales. Pero luego conocemos noticias como que, en 2015, fueron 2.400 las toneladas de toallitas arrojadas al inodoro solo en Euskadi, lo que instaba a iniciar una costosa campaña de concienciación.
Además, el papel higiénico utilizado debería ser biodegradable o reciclado para no suponer un problema para la instalación ni causar tanto impacto ambiental. De todas formas, aunque muchos expertos señalan que la papelera es un foco de infecciones, si se vacía con mucha asiduidad y se limpia como es debido, con algún desinfectante y utilizando guantes, no tiene por qué representar ningún peligro.
Si lo del papel (que cumpla con los requisitos para que se descompongan) queda a criterio de cada cual, lo demás está totalmente prohibido, incluyendo lo mencionado y colillas, productos cosméticos, tubos de papel higiénico, animales acuáticos e incluso amoníacos y lejías, a no ser que estén debidamente diluidas en agua.
La prevención como regla
Dado que el mero uso también supone desgaste, incluso evitando todo lo anterior, habría que aprender también a desarrollar acciones preventivas. Los simples residuos de cal y jabón pueden acumularse y acabar taponando la tubería.
Entre los trucos caseros a los que recurrir para evitarlo, está el de verter una olla de agua hirviendo, lo que ayuda a fundir la grasa que se haya acumulado y a que se vayan las acumulaciones pequeñas de jabón, por efecto del arrastre. Bastaría con una vez a la semana.
Si el truco no funciona, una buena alternativa es utilizar vinagre con bicarbonato o levadura química. Se ha de verter en el desagüe, esperar unos minutos y utilizar luego el agua hirviendo para acabar este proceso también casero.
Las comunidades de vecinos, de todas formas, deberían contactar con empresas que presten un servicio preventivo en la red de saneamiento, que vigilará y minimizará el riesgo de atascos y fugas. Esto se hace mediante una inspección rutinaria que incluye en vaciado de arquetas, canalones y otras zonas donde la acumulación de hojas, barro y otros elementos suele ser habitual.